


La primera edición del Festival Internacional de Música Rubato nace gracias a la suma de varios esfuerzos e ideales, y se concreta gracias a un acuerdo común: el uso de la música como medio para la sensibilización de la sociedad y como puente para la formación de niños y niñas de todos los estratos sociales. Entendemos la apuesta por la cultura, desde lo local, como una necesidad cada vez más contemporánea. Víctima de los estragos de la pandemia del Covid19 y sus efectos, el arte se enfrenta a retos importantes, y uno de ellos es el de acercarse a las poblaciones más vulnerables con contenido de calidad y de fácil acceso.
La ciudad de Barranquilla, a pesar de ser un centro económico y cultural de enorme importancia para el país, adolece de algunos espacios vitales para el fortalecimiento de su agenda cultural. En primer lugar, y a diferencia de las principales capitales del país, no cuenta con una orquesta sinfónica profesional estable que dignifique la labor de sus artistas y que ofrezca una programación cultural regular que ejerza el papel, nada menor, de acompañar musicalmente el avance histórico de la ciudad.
Por otra parte, la ciudad no le ha apostado conjuntamente a un espacio donde se discutan y se proyecten las músicas desde la óptica de la academia. A pesar de que por mucho tiempo se ha acusado al desarrollo de la música erudita o “música clásica” en el país como un necio apoyo a expresiones musicales extranjeras, creemos que, lejos de eso, el fortalecimiento de la visión “académica” de la música, tanto de las expresiones musicales tradicionales, como de las músicas importadas del extranjero, aportan enormemente a la discusión contemporánea de su papel en la sociedad, de su proyección a futuro como medio artístico, y de su estatus de expresión viva y cambiante.
Es por ello, que este festival le apostará incansablemente al desarrollo de una agenda cultural regular que se caracterice por tres valores fundamentales: el fortalecimiento de la profesión del músico en la ciudad, potenciando el surgimiento de nuevas agrupaciones permanentes y remuneradas; la firme apuesta por impulsar el debate, el estudio y la interpretación de las músicas tradicionales y/o académicas del país; y, por último, pero no menos importante, impulsar los espacios de formación para los niños, niñas y jóvenes de la ciudad, acercandolos a los espacios artísticos, para que aprendan desde el escenario y desde el aula el arte del quehacer musical.
Queremos que sea un festival cercano a la gente, que sea pensado por el público y para el público: que lo forme, lo entretenga y sobre todo lo haga reflexionar. Queremos un festival que sea de Barranquilla y de la región, de sus músicas y tradiciones.